Para convertirnos en una persona influyente en el trabajo, a menudo se nos dice que debemos ascender de rango o reunir una serie de credenciales elegantes. Pero éste es un gran error .
La mayoría de las personas no se identifican como “líderes” a menos que esté escrito en su rol, a pesar de que el liderazgo es una habilidad, no un título. A lo largo de los años, a través de mi trabajo como consultor de liderazgo trabajando en las trincheras con empresas de casi todos los sectores, he visto a cientos de profesionales que inician su carrera y contribuyentes individuales proyectar más influencia que sus propios gerentes. Los mejores líderes no esperan a que suban un ascenso. Empiezan a practicar mucho antes.
En su forma más pura, el liderazgo en el trabajo es la capacidad y el deseo de aceptar la responsabilidad de su carrera. Implica tener una visión que le beneficie no sólo a usted mismo, sino también a su organización y a sus colegas. Los líderes son hábiles para influir en otros para que crean en esa visión y ganar seguidores que les ayudarán a generar un impacto.
Convertirse en un líder influyente comienza con cambiar su perspectiva y forma de pensar. Si bien es natural pensar primero en uno mismo (analizar lo que ganará con una circunstancia, trabajo o relación), los líderes fuertes saben que su nivel de éxito es directamente proporcional al valor que agregan a su equipo u organización, y al número de personas a las que impactan como resultado.
Puede que aún no seas gerente, pero hay tres acciones que puedes tomar para perfeccionar tus habilidades de liderazgo ahora mismo y convertirte en un miembro del equipo muy respetado e influyente.
1) Dedicar tiempo al crecimiento diario.
Probablemente hayas escuchado la famosa analogía: debes ayudarte a ti mismo antes de poder ayudar a los demás. En nuestros esfuerzos por ser más influyentes en el lugar de trabajo, se aplica este principio. No podemos aportar las cosas que nos faltan.
Por eso es importante comprometerse y dedicar tiempo al crecimiento diario. Cuando mejoramos nuestras habilidades y nos convertimos en una versión ligeramente mejor de nosotros mismos que la del día anterior, iniciamos el proceso de volvernos más valiosos en términos de lo que podemos ofrecer y el nivel de impacto que podemos generar.
Dicho esto, simplemente mejorar en cualquier área no garantiza que se traduzca en tu trabajo o en tu influencia sobre los demás. Un enfoque más práctico es buscar un mentor o un líder respetado en su organización y pedirle consejo. ¿Cómo llegaron a donde están? ¿Cuáles son las competencias y habilidades no negociables que tuvieron que adoptar para alcanzar su nivel de éxito?
Por ejemplo, tal vez su organización valore a los líderes que pueden respaldar sus ideas con conocimientos y datos concretos. Quizás su organización valore a los líderes que proyectan empatía, curiosidad y compasión. O tal vez su organización valora a los líderes que pueden producir resultados rápidamente. Sea lo que sea, toma nota y prioriza perfeccionar esas habilidades a diario.
Más allá de esto, busque oportunidades para aprender fuera del trabajo. Áreas de estudio relacionadas con la psicología humana: ¿Qué motiva a los demás? ¿Qué habilidades necesitan los entrenadores eficaces? ¿Cómo hacer que alguien se sienta psicológicamente seguro? Éstas son competencias que todo gran líder debería poseer.
2) Descubre y aprovecha tus fortalezas personales.
Los aspirantes a líderes a menudo creen erróneamente que deberían dedicar la mayor parte de su tiempo a intentar mejorar sus debilidades. Si bien todos tenemos áreas que podemos mejorar , cuando se trata de generar influencia, su ventaja radicará en descubrir sus fortalezas y utilizarlas lo mejor que pueda. Las investigaciones indican que centrarse en las debilidades y desarrollarlas disminuye la energía, la productividad y la motivación de los empleados. Por otro lado, desarrollar fortalezas mejora el desempeño, la productividad y la confianza en sí mismos de los empleados, al mismo tiempo que aumenta el compromiso y reduce la rotación.
Si no está seguro de cuáles son sus puntos fuertes, comience haciéndose algunas preguntas sencillas: ¿Qué tareas en el trabajo le resultan más energizantes y naturales? ¿En qué proyectos destacas y disfrutas? ¿Cuándo fue la última vez que te elogiaron por una contribución? ¿Cuándo fue la última vez que sintió que su trabajo tuvo un impacto del que estaba orgulloso?
Tus fortalezas, tus antecedentes personales y tus intereses son los que te hacen único y te distinguen. Nadie puede quitarte esas cosas. Una vez que descubras tus puntos fuertes, empieza a pensar en tareas o proyectos que puedas emprender para resaltarlos.
Por ejemplo, tal vez descubras que eres especialmente hábil diseñando y realizando presentaciones debido a tu personalidad extrovertida y tu fuerte ojo visual. Puede poner en práctica esta habilidad uniéndose a un comité de empleados o grupo de recursos que le interese y ofreciéndose a presentar en una de las reuniones. O tal vez descubras que eres más introvertido y no te gusta hablar en público, pero eres excelente analizando datos y utilizándolos para respaldar tus ideas y argumentos. ¿Existe alguna forma de identificar patrones, recopilar datos y formular hipótesis sobre cómo solucionar un problema existente en su empresa? Podría estar relacionado con un proyecto específico o una prioridad para su equipo.
Si muestra constantemente sus fortalezas, sus colegas (sus compañeros, su jefe e incluso el jefe de su jefe) inevitablemente se darán cuenta y comenzarán a verlo como alguien que agrega valor a su trabajo. Cuando te ganas su confianza, aumentas tu capacidad de influir en ellos. Esto te resultará increíblemente útil con el tiempo: cuando quieras presentar una nueva idea, contribuir a un gran proyecto o incluso levantar la mano para un ascenso. Como líder emergente, usted está sentando una base al mostrarle a la gente que tiene una perspectiva en la que vale la pena invertir.
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3) Mejore su capacidad para conectarse con la gente.
Mucha gente piensa que todos los líderes deben ser oradores públicos con talento natural. Pero ésta es otra idea errónea. Cuando se trata de liderazgo, establecer conexiones genuinas es más ventajoso, y cualquiera (introvertido, ambivertido o extrovertido) puede aprender a hacerlo. Todo se reduce a cómo nos comunicamos, más que a qué comunicamos.
Piénselo de esta manera: ¿Cuántas veces le ha impresionado alguien que podía articular sus ideas de manera clara y significativa? ¿O alguien que comunicó su idea con empatía y compasión? Comunicarse de una manera que resulte accesible y relacionable con los demás aumentará en última instancia su capacidad de influencia.
Puedes practicar esta habilidad siendo intencional en tus interacciones con los demás. Tenga en cuenta estos tres factores:
Vulnerabilidad: mostrar vulnerabilidad ayuda a desmantelar las barreras que las personas construyen naturalmente cuando se comunican con alguien nuevo o en un entorno profesional. Una vez que derribes esas barreras, será más fácil para ellos recibir tu mensaje. ¿Cómo ser vulnerable? Cada uno de nosotros tiene un conjunto único de experiencias, desafíos y fracasos por los que hemos pasado. Abrirse y ser honesto acerca de lo que sucede contigo cuando surja la oportunidad adecuada ayudará a que otros se relacionen contigo. Eso se llama ser vulnerable.
Por ejemplo, un líder con el que trabajo actualmente se propone comenzar casi cada reunión de equipo admitiendo un área en la que puede haber fallado y lo que hará de manera diferente en el futuro para evitar cometer el mismo error. El simple hecho de admitir sus defectos, en lugar de culpar, envía un poderoso mensaje al resto del equipo. Su capacidad para conectarse con los demás durante el resto de la reunión aumenta exponencialmente debido a su deseo de mostrar vulnerabilidad.
Autenticidad: en un mundo donde todos intentan impresionar a los demás y proyectar una imagen que no refleja quiénes son realmente, se destaca la autenticidad radical. Ser uno mismo. A qué se parece esto? Liderar con el ejemplo e ir primero, en lugar de seguir al resto, siempre es un buen punto de partida. Una cosa es saber el curso de acción correcto, pero otra completamente distinta es no sólo saber el camino a seguir sino también liderar el camino a seguir. Tomarse unos minutos para conversar con colegas para compartir algo que le entusiasme actualmente o un sueño o meta que tenga para el próximo año también puede ayudar a fomentar una mayor autenticidad. Es importante establecer límites para evitar compartir demasiado, pero comunicar más sobre lo que es importante para usted y pedir a los demás que hagan lo mismo puede ser un mecanismo poderoso para impulsar interacciones auténticas.
Empatía: cada persona que conocemos está librando una batalla de la que no sabemos nada. Ya sea una interacción individual con un compañero de trabajo, una reunión de equipo o incluso una pequeña charla durante el almuerzo con un amigo, tenga en cuenta que todos estamos lidiando con algún asunto o problema que nos está carcomiendo. Este es el mejor consejo que he recibido sobre la importancia de la empatía y cómo practicarla a diario. Cuando recordamos esto durante cada interacción, especialmente cuando alguien comete un error, cambia por completo la forma en que reaccionamos en una situación determinada. En otras palabras, esté dispuesto a darle a la gente el beneficio de la duda.
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Ser un líder influyente no tiene nada que ver con su título o su rango en la organización.
Cuanto más valor puedas agregar e influir en los demás, mejor será tu trayectoria profesional, al igual que el impacto que generes. Comprometerse con el crecimiento personal, aprovechar sus habilidades únicas y conectarse con otros en un nivel más profundo lo ayudará a llegar a donde desea ir.